EL CAMBIO DE RUMBO
Hoy, al comienzo de la penúltima década de nuestro siglo, nos hallamos en un estado de profundacrisis mundial. Se trata de una crisis compleja y multidimensional que afecta a todos los aspectos denuestras vidas: la salud y el sustento, la calidad del medio ambiente y la relación con nuestros semejantes,la economía, la política y la tecnología. La crisis tiene dimensiones políticas, intelectuales, morales yespirituales. La amplitud y la urgencia de la situación no tienen precedentes en la historia de lahumanidad. Por primera vez, el hombre ha de enfrentarse a la posibilidad amenazadora y real deextinguirse de la faz de la tierra junto con la vida vegetal y la animal.Hemos almacenado decenas de miles de armas nucleares, suficientes para destruir el mundo enterovarias veces, y la carrera armamentista continúa sin reducir su velocidad. En noviembre de 1978, mientrasla Unión Soviética y los Estados Unidos finalizaban la segunda ronda de negociaciones sobre el tratado deLimitación de Armas Estratégicas (SALT), el Pentágono emprendió el más ambicioso programa nuclear de las dos últimas décadas. Dos años más tarde y como resultado de ello se produce el mayor «boom»militar de la historia: un presupuesto militar de un billón de dólares para cinco años
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. Desde entonces, lasfábricas de bombas norteamericanas han trabajado a pleno rendimiento. En la fábrica Pantex de Texas,donde se produce todo el armamento nuclear de los Estados Unidos, se aumentó el número de trabajadoresy se añadieron dos turnos a fin de incrementar la producción de armas dotadas de un poder destructivo sin precedentes
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.El costo de esta locura nuclear colectiva es asombroso. En 1978, antes de la última subida de precios,el gasto mundial en armas era aproximadamente de unos 425 mil millones de dólares —más de milmillones de dólares por día. Los países que participan en el negocio de compra de armas son más de cien,la mayoría de ellos del Tercer Mundo. Las ventas de equipos militares superan la renta nacional de casitodos los países del mundo excepto diez
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.Mientras tanto, cada año mueren de hambre más de 15 millones de personas —niños en su mayoría—;otros 500 millones padecen enfermedades causadas por la desnutrición. Aproximadamente el 40 por ciento de la población del mundo no tiene acceso a una asistencia sanitaria profesional y, a pesar de ello,los países en vías de desarrollo gastan tres veces más en armas que en sanidad. El 35 por ciento de lahumanidad carece de agua potable, mientras que la mitad de los científicos e ingenieros del mundotrabajan en tecnología armamentista.En los Estados Unidos, donde el complejo militar-industrial se ha convertido en parte integrante delgobierno, el Pentágono trata de convencernos de que la seguridad del país depende del número y lacalidad de las armas que éste posea. De hecho, la verdad es diametralmente opuesta, ya que un númeroelevado de armas implica mayor peligro. Durante los últimos años se ha podido observar en la políticadefensiva norteamericana un cambio alarmante tendiente a la creación de un arsenal nuclear orientado, noa tomar represalias, sino a asestar el primer golpe. Cada día se torna más evidente que la estrategia del primer golpe ya no es una opción militar, sino la nueva idea central de la política defensivaestadounidense
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. En una situación de esta índole, cada misil aumenta la probabilidad de una guerranuclear. Las armas nucleares no reducen el riesgo de conflicto, como los miembros de las institucionesmilitares quieren hacernos creer. Por el contrario, aumentan la probabilidad de destrucción del planeta.La amenaza de guerra nuclear es el mayor peligro con que se enfrenta hoy la humanidad, pero distamucho de ser el único. Mientras los poderes militares incrementan su mortífero arsenal de armasnucleares, el mundo industrial participa en la construcción de centrales nucleares tan peligrosas como lasarmas que amenazan destruir la vida del planeta. Hace veinticinco años, los líderes mundiales decidieronusar el «átomo para la paz» y presentaron la energía nuclear como la fuente energética del futuro: barata,limpia y segura. Hoy está clarísimo que la energía nuclear no es ni barata, ni limpia, ni segura. Lostrescientos sesenta reactores nucleares actualmente en funcionamiento en el mundo y los cientos dereactores ya planificados se han convertido en una seria amenaza para la vida
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. Los elementos radiactivosemitidos por los reactores son los mismos que los presentes en la lluvia producida por las bombasatómicas. Miles de toneladas de estos materiales tóxicos han sido vertidos en el medio ambiente con
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